miércoles, 27 de marzo de 2013

Un estimulante paseo continental

     La cuarta edición del festival de cine europeo “Hecho en Europa”, organizado por la Alianza Francesa, fue sin duda la más exitosa de las que han orquestado hasta ahora. Dando inicio en 2010 como un festival de cine francés, a partir del año siguiente fue expandiéndose a un festival con una selección más amplia que abarca todo el continente europeo. Decisión sabia que no dudo fuera provocada por el gran entusiasmo de un público cinéfilo ávido de ver lo más reciente y reconocido del cine europeo en pantalla grande- aunque ahora gracias al internet y a Netflix, Hulu, Comunidad Zoom y otros servicios de “streaming” cualquier cinéfilo esta mucho más cerca de su cine predilecto que antes, no hay que olvidar que el cine nació y sigue siendo pensado para la pantalla grande, y así lo preferimos recibir por vez primera muchos cinéfilos y en Puerto Rico, lo que no traiga Caribbean Cinemas prácticamente no lo vemos- este año se fue por encima de las ediciones anteriores por varias razones, por el número de títulos- 30 largometrajes- lo abarcador de los países en muestra- además de los omnipresentes España, Francia, Italia e Inglaterra, también se vio cine de Portugal, Republica Checa, Rumania, Suiza y Austria, entre otros- y la cantidad de realizadores representados en la muestra, desde veteranos como los Hermanos Taviani, Marco Bellocchio y Ken Loach, hasta muchos de los más vibrantes talentos del cine actual como Miguel Gomes, Christian Petzold, Christian Mungiu, Ursula Meier y Pablo Berger.  Escribo en este articulo sobre mis 7 favoritas del festival.


     El mejor filme de los 10 que vi, al menos para quien esto escribe, fue Reality, séptimo largometraje del italiano Matteo Garrone y el primero desde su consagración internacional lograda con su obra maestra Gomorrah. Al igual que ese filme, Reality fue premiada con el gran premio del jurado en la pasada edición del festival de Cannes. Garrone sigue interesado en la clase obrera napolitana que ha sido punto focal de su obra como cineasta, al igual que esos planos secuencias fluidos y relajados que Garrone todavía utiliza magistralmente y valientemente, cuando el plano secuencia en el cine parece que cada día con mayor rapidez queda relegado al olvido. Por consecuencia, el espectador siente la sensación de que flota y se transporta con ligereza y libertad de una secuencia a otra. El gran rompimiento con Gomorrah se da en el cambio de tono del filme. Reality es una comedia surrealista, una sátira mordaz a la “realidad” contemporánea. Garrone no duda ni por un momento en poblar su pantalla de personajes tan comunes y corrientes que resultan excéntricos por demás. Personajes reales de la Nápoles mas profunda que con su naturalidad nos arropan. La historia de Luciano (Aniello Arena), un pescador napolitano que por capricho de sus hijos audiciona para la versión italiana del “reality show” Big Brother y en consecuencia empieza a desligarse mentalmente de su entorno y entra en estado de paranoia, nos resulta hilarante, enternecedora y surrealísticamente trágica por como Garrone hace que nos identifiquemos con los sueños pequeño-burgueses de la mayoría de la población global-por si queda duda de que el filme puede hablarle a todo tipo de espectador, mientras veíamos la proyección comentaba con unas amistades como una secuencia particular, la de la audición de Luciano pudo haber ocurrido en Plaza las Américas, o en cualquier centro comercial de cualquier lugar, provocando las mismas reacciones. Garrone nos recuerda por momentos en este filme la paranoia buñueliana pero sobre todo siempre me asombro viendo Reality y cómo este hubiese sido el tipo de filme que a Fellini le hubiese gustado hacer en la última fase de su carrera, sino hubiese estado tan preocupado por ser “Fellini” y llenar la pantalla constantemente de cuanto vericueto sonoro/auditivo fuera posible. Reality es deudor en su espíritu más surrealista y excéntrico al Fellini comentarista social de La Dolce Vita o Ginger and Fred. Pero es en definitiva mucho más libre y sin estridencias. Cabe destacar la excelente actuación de Aniello Arena en el papel principal de Luciano. A tono con la predilección de Garrone por los actores no-profesionales, Arena es un criminal que Garrone conoció en las calles de Nápoles, y al comenzar a preparar el filme pensó inmediatamente en él para el papel principal, pero Arena se encontraba en la cárcel, así que Garrone decidió posponer el rodaje hasta que Arena cumpliese su sentencia y estuviera de nuevo en libertad. Cuando el filme triunfó en Cannes,  irónicamente, Arena se encontraba de nuevo en la cárcel. Son detalles como estos y el que Garrone nos confirme que basó su filme en una historia real, lo que sazonan la extraordinaria experiencia de ver Reality y reconfirmar a Garrone como uno de los cineastas más vitales e imprescindibles en ejercicio.


     Cuando vi por primera y única vez La mujer sin cabeza de Lucrecia Martel me acuerdo que salí consternado y hasta molesto del cine. No entendía como mi admirada Martel podía haber perpetrado aquella película tan impenetrable, áspera y aparentemente tan desconectada de su entorno. Unos días después de haberla visto, mientras desayunaba como un sopetón, todo, absolutamente todo acerca de la película me hizo sentido, y ahora puede ser que sea mi favorita de sus tres largometrajes. Algo similar, pero en menos tiempo, me ocurrió con Tabú de Miguel Gomes, a pesar de que iba algo preparado a su proyección ya que mucho había leído de lo que sin duda alguna ha sido una de las películas más aclamadas  del 2012 y años recientes, afirmación a la que me uno sin reservas. El tercer largometraje de Gomes es una exquisita reflexión cinematográfica acerca del replanteamiento de la historia y sus más recónditos vericuetos. Dividido en dos partes, una primera en la Lisboa moderna y otra en la jungla africana de hace medio siglo atrás, Tabú sigue la historia de Aurora, una señora mayor y acaudalada (Laura Soveral),  Pilar, su vecina (Teresa Madruga) y Santa, la inmigrante africana que la cuida (Isabel Cardoso) y como el pasado de la primera tendrá repercusiones inesperadas en el entorno de las otras dos mujeres. Pero eso es solo la explicación más superficial y escueta que se puede dar de una línea narrativa mucho más compleja y rica en matices sociopolíticos, metafóricos y visuales. Se trata de una obra maestra de esas a las que hay que volver más de una vez. Verla por vez primera es solo escarbar un poco su superficie, hay que volver a ella para seguir desentrañando sus misterios. Destacan las excelentes actuaciones de las tres protagonistas ya mencionadas y la excelente fotografía en blanco y negro de Rui Pocas. Miguel Gomes es otro de esos indispensables que de seguro tendrán mucho que ver en los caminos que tome el cine narrativo mundial en los próximos años.


     Más que indispensables, imprescindibles son los Hermanos Paolo y Vittorio Taviani, que aunque octogenarios afortunadamente siguen produciendo. Su filme más reciente Cesar Must Die  es un docudrama que fue premiado con el oso de oro en el festival de Berlín del 2012. En esta ocasión los directores de La Notte di San Lorenzo se enfocan en un grupo teatral de una prisión romana que está montando el clásico shakesperiano Julio Cesar. Sin hacer alardes de ningún tipo de virtuosismo más que el de ser aparentemente invisibles cronistas de un proceso, los Taviani nos presentan el proceso de los reos/teatreros en cada una de sus fases: reunión inicial, audición, primera lectura, ensayos en diferentes puntos de la prisión, la memorización de líneas y ensayos individuales de cada integrante, el montaje escenográfico y la presentación final, y están entremezclados por igual diferentes momentos de reflexión de los diferentes integrantes del grupo en revelaciones que ponen en justa perspectiva para el espectador un proceso mucho más liberador y digno de lo que pudiera pensarse a simple vista. Cesar Must Die trabaja con maestría distintos niveles que deben dar pie a una discusión más amplia, pero destaco dos: reivindica el poder de la obra del bardo Shakespeare a cuatro siglos de su desaparición física y la universalidad de sus temas y su prosa- uno de los presos/actores comenta con convicción y entusiasmo en un momento antológico del filme que “Ese Shakespeare debe venir de Nápoles como yo, esto es lo que pasa en mi barrio”- y sobre todo, el filme es un documento que debería ser obligatorio en todo centro pedagógico por la manera en que sin tener un fin propiamente didáctico y sin para nada sermonear ni diluirse en debates morales, el filme es quizás el mejor que he visto en años recientes acerca de cómo el arte puede aportar positivamente a la reivindicación del ser humano en la sociedad. En el transcurso del proceso de postproducción y estreno del filme, tres de los presos que participaron del montaje han salido en libertad y han encontrado sus caminos en el mundo de las letras, el teatro y el cine. Y es que como uno de ellos mismos comenta en lo que es quizás la escena más estremecedora de la película: “después de conocer el arte, las paredes de esta celda se me hacen pequeñas”.


     Beyond the Hills es el tercer largometraje de Christian Mungiu, y si bien no es una obra maestra como su 4 Months, 3 Weeks, 2 Days, es otro poderoso filme que lo reivindica como uno de los cineastas más importantes de su generación. En su mayoría transcurre en una especie de finca/monasterio en un pueblo remoto en las montañas de Rumania. Una joven, Voichita (Cosmina Stratan) espera en una estación de tren a una amiga de infancia, Alina (Cristina Flutur) recién llegada de Alemania que viene a pasar una temporada con ella con la esperanza de reencaminar su vida. Lo que sucede es que Voichita es monja y no quiere dejar su vida en el monasterio, que para sorpresa y algo de incomodidad de Alina, le causa felicidad. Mientras Voichita quiere con todas sus mejores intenciones ayudar a su amiga de infancia, Alina la desestabiliza cada vez más la vida en el conventos, sus rituales y su disciplina estricta. El gran acierto de Mungiu entre muchos es que más allá de trabajar a los que habitan en el monasterio como arquetipos, los humaniza y el espectador no logra identificarse plenamente con ningún personaje en específico porque en realidad, se identifica con todos. Podría parecer que una película de dos horas y media ambientada en su mayoría en un monasterio iría a ser una tortura para cualquier espectador. Pero sorpresivamente la puesta en escena de Mungiu es nada menos que letárgica, adentrándonos con profundidad inusual en la psicología de sus personajes, por más extrañas, impulsivas o despiadadas que sean sus acciones. Al igual que Tabú, es otra de esas películas a las que decididamente hay que volver a mirar más allá de su superficie. El guion de Mungiu fue premiado en el pasado festival de Cannes así como las actuaciones de Cosmina Stratan y Cristina Flutur, honores muy merecidos.


     Bella Addormentata es el filme más reciente del maestro Marco Bellocchio. Como nos tiene acostumbrados el gran cineasta, se trata de otra de sus exploraciones a la psiquis social, moral y religiosa de la Italia actual, esta vez partiendo del caso real de Eluana Englaro, una mujer que paso 17 años de su vida en estado vegetativo. La película se desarrolla durante los días de febrero de 2009 en donde el estado italiano iba a votar y a pasar veredicto acerca de si se le aplicaría la eutanasia a Eluana. Pero más que nada eso sirve de pretexto a Bellochio para contar varias historias que se encuentran en la periferia de dicho proceso: un senador (Toni Servillo) que está a punto de votar en el proceso que liberaría a Eluana o no de su estado vegetativo, su hija (Alba Rohrwacher, cara recurrente en el cine más reciente de Bellocchio) muy nerviosa y contrariada por la posible decisión de su padre, una actriz madura (Isabelle Huppert, que no necesita presentación) cuya hija también se encuentra en estado vegetativo, y una indigente (Maya Sansa) que solo quiere morir. Bellocchio cuenta sus historias con su maestría habitual, manteniéndonos tensos e interesados en todo momento y apuntando sus dardos siempre muy llenos de denuncia hacia las principales instituciones políticas y religiosas de Italia. A pesar de ser una leyenda viva del cine italiano el cineasta no está exento de controversia y cuando este filme no fue premiado en el pasado festival de Venecia no le faltaron razones para criticar al jurado de censura hacia el filme por la manera en que retrata críticamente la gestión de Silvio Berlusconi como primer ministro italiano, al cual Bellocchio nunca ha ocultado su desdén. No estamos ante una de las grandes películas de Bellocchio pero sí ante otra valiosa adición a la filmografía del mejor cineasta italiano vivo.

     Barbara de Christian Petzold, es el quinto largometraje de este destacado cineasta alemán al igual que otra excelente colaboración con su actriz fetiche Nina Hoss. El personaje titular interpretado por Hoss es una enfermera recién liberada por las fuerzas del STASI alemán, que es trasladada de Berlín- en donde trabajaba en un lujoso hospital- a un pueblito cerca del mar. La magistral actuación de Hoss de la mano con el excelente guion y puesta en escena de Petzold- quien ganó el premio de mejor dirección en el festival de Berlín 2012- nos devela poco a poco, fragmentadamente y de manera casi voyerista a un personaje que nada tiene que ver con lo que inicialmente imaginamos. Barbara va lentamente relajando su rígido exterior y adentrándonos en su psiquis, volviéndose un personaje mucho más compasivo y extrovertido. El filme no solo es un excelente estudio de personaje y un valeroso retrato de lo que probablemente fue la readaptación social de muchos prisioneros políticos y activistas alemanes, es también un retrato curioso acerca de cómo el individualismo puede devenir en un sentido más amplio y humano de comunidad, regímenes y dictámenes sociales aparte.


     Sin duda la película más esperada y aplaudida del festival lo fue Blancanieves de Pablo Berger, apenas su segundo largometraje después de su muy divertido y metacinematográfico debut del 2004, Torremolinos 73. Berger es un director claramente interesado en el metacine y en la evocación de géneros fílmicos pasados o ya prácticamente inexistentes. Blancanieves se trata de una película muda, más a la usanza de los filmes silentes europeos que al Hollywood convencional que retrata The Artist. Claro está, el cine de Guy Maddin es una referencia obligada y su influencia permea Blancanieves en cada fotograma, pero claro, siendo Maddin uno de los mejores cineastas del mundo en este caso, eso es una cosa muy positiva. Como el título y los avances dejan entrever, se trata de una adaptación del mundialmente famoso e infinitamente adaptado cuento infantil de los Hermanos Grimm, llevándolo a la España de los años 30 y resaltándole sus elementos más españoles: los toros y el flamenco. Esta vez Blancanieves (Macarena García) es hija de un corneado torero (Daniel Giménez Cacho), una cantante de flamenco (Imma Cuesta) y en vez de siete enanitos son cinco, una muy peculiar troupe de enanitos toreros y claro, la madrastra genialmente interpretada por una Maribel Verdú- a quien siempre hemos asociado con papeles más cálidos – que no tiene miedo a caer en la caricatura ni la más extrema teatralidad que requiere la interpretación de un personaje tan malvado. Si bien la línea narrativa del filme flaquea por momentos- con muchas escenas que no hacen más que marcar tiempo como para que el filme llegue a la hora y media de metraje- al final Berger remata con una potente vuelta de tuerca al tan conocido final del cuento original y sus instintos visuales por lo general nunca fallan para crear una película visualmente muy original y por mucho más osada de lo que por lo general nos tiene acostumbrados el cine comercial español- de hecho los 13 premios Goya que recibió el filme parecen ser el reclamo por la vuelta a una integridad artística que cada día más parece que la industria cinematográfica española pierde por su creciente “industrialización” en el más hollywoodense sentido de la palabra, algo que contrasta curiosamente con la actual situación económica española, pero eso es tema de otro ensayo.

¡Bravo a la Alianza Francesa de Puerto Rico por este festín! Ya hago embocadura para el año que viene.

miércoles, 20 de marzo de 2013

"Llamémosle 'autenticidad'": Entrevista a Andreas Dresen - Segunda parte


Segunda Parte

CC: El nombre de tu compañía de producción nos recuerda la de François Truffaut, “Les Films du Carrosse”, cuyo nombre rinde homenaje a Jean Renoir. La película de Renoir, Le Carrosse d'or, retrata a una compañía de teatro que viaja a América Latina donde enfrenta problemas con su arte y sus patrocinadores. ¿Esa fue la inspiración para tu compañía?

AD: Bueno, conozco la compañía de Truffaut porque soy fanático de sus películas. Me encanta su manera de retratar a las personas y de narrar una historia. Pero él no me sirvió de inspiración. Realmente, estaba buscando un nombre que sonara interesante y que tuviera un contenido político bajo la superficie. Creo que cuando las personas leen “Iskremas” no saben lo que significa. Pero suena bien, suena a un helado (risas). Si me preguntan, puedo contar la historia detrás del nombre, decir que está conectado a cierto tipo de películas del la Europa del este y a una trayectoria política también. Para mí, eso era una buena mezcla.

CC: ¿Y qué tal –regresando de nuevo al oeste –los directores neorrealistas? ¿Tuvieron alguna influencia en tu carrera? Pensamos en esta pregunta porque los críticos de cine utilizan mucho la palabra realismo cuando hablan sobre tus películas, quizás porque tus técnicas de improvisación le dan un tono realista a tu trabajo.

AD: Realmente hubo mucha influencia de diferentes directores. Si uno le interesa el cine, uno ve muchas películas con frecuencia. Y para mí, las primeras películas de Federico Fellini eran bien interesantes: La Strada, La Notte di Cabiria, e incluso los trabajos de Rossellini. Estos eran los neorrealistas en Italia. También De Sica con Ladri di biciclette. Pero por otro lado estaban, por ejemplo, las películas de Truffaut, y en los años 90 descubrí el trabajo de los neorrealistas ingleses como Mike Leigh y Ken Loach. Sus películas fueron bien importantes en mi formación, al igual que el trabajo de los hermanos Dardenne. Y por último, pero no menos importante, Jim Jarmusch fue bien importante para mí en los 90 tempranos porque era fanático de Stranger than Paradise y Down by Law. Estos trabajos de Jarmusch son realmente impresionantes.
     Aki Kaurismaki es otro director que me gusta mucho aunque no lo considero parte del realismo social. Más bien él se acerca al realismo pero con un modo de narrar bien artístico. Aunque representa la realidad de manera artificial, siempre está conectado a la realidad social de nuestro mundo. Otro director que admiro es Luis Buñuel quien tenía un corazón grande a pesar de ser bien agresivo en sus narraciones. Eso me gusta porque a veces pienso que vivimos en un mundo sombrío y no nos ayuda ser siempre amigables. Quizás me siento cercano a Buñuel porque su estilo narrativo es lo que extraño en mis propias películas. Siempre soy muy abierto y amable aunque a veces quisiera ser un poco más agresivo. Eso lo encuentro en el cine de Buñuel, por ejemplo.

CC: ¿Y qué tal el realismo? ¿Consideras que tus películas caen bajo esta etiqueta?

AD: No lo sé. Esa etiqueta se la dejo a los críticos. Yo, no obstante, siempre he utilizado la palabra “autenticidad”. Y siempre he pensado que hay una diferencia entre realismo y autenticidad. Realismo significa para mí “decir la verdad”, y eso siempre es interesante en el cine. Pero si logro en una película alcanzar cierto tipo de verdad desde un punto de vista artístico, entonces esto sí me interesa cinematográficamente hablando. No creo que el cine o la pantalla grande sean un espejo fidedigno de nuestro mundo. Eso es imposible. Si quieres ver la realidad sal a la calle, no entres a un teatro. Este último espacio es el lugar incorrecto para buscar la realidad porque en el cine siempre hay una expresión artística; hay personas detrás de la cámara tomando decisiones, poniendo la cámara en una dirección y no en otra, decidiendo cuándo rodar la película y cuando pararla. Esto significa que siempre vemos una pequeña parte del mundo real y el equipo de rodaje decide qué parte del mundo va a ser representada. Por esa razón, todo lo que vemos es un punto de vista subjetivo del mundo. No se puede ver una pintura “naturalista”. Para esto el cine es el peor lugar, en mi opinión. Y no me gusta mezclar ambas cosas.
     Lo que intento hacer con mi trabajo es darle una impresión realista a nuestro mundo, para que las personas que estén sentadas en la audiencia sientan que están conectadas a las cosas que están sucediendo en la pantalla, que conocen a los personajes, los lugares, aun si son representados de manera artística. Eso es lo que intento hacer. El guionista Wolfgang Kohlhaase me dijo algo que yo encuentro bien sensato: “para hacer una buena película, más de una persona tiene que tener más de un buen día”. Esto significa que las personas detrás de la cámara tienen que trabajar duro para crear un mundo en la pantalla que parezca real aunque realmente no lo es. Y lograr este efecto “realista” cuesta mucho trabajo. A veces pienso que las personas creen que solo se necesita salir a la calle y grabar con la cámara, pero no es así, desafortunadamente.

CC: Curiosamente, no obstante, para filmar esta autenticidad has dirigido películas con personajes poco comunes. En Cloud 9, por ejemplo, cuentas la historia de la vida sexual de una pareja de la tercera edad. Parece haber la necesidad de contar historias de personas poco convencionales y que no suelen ser los protagonistas de las películas que dominan el mercado. ¿Por qué te interesan estas historias?

AD: La verdad es que para las personas con sesenta años o más estas historias son completamente comunes y corrientes, y ocurren todos los días alrededor del mundo. El problema es que las y los que hacen películas frecuentemente se olvidan de esto y tratan de crear grandes melodramas. Para mí es mucho más interesante adentrarse en este mundo y descubrir este tipo de historias del día a día. Por ejemplo, en la película Cloud 9 hicimos mucha investigación y hablé personalmente con muchas personas mayores que me contaron sobre su vida y su sexualidad. Pero luego, cuando el filme se estrenó, muchas personas nos dijeron que habíamos roto un tabú. Yo tengo que decir que esto es solo un tabú en nuestra cabeza porque el sexo se manifiesta en todos lados y todo el tiempo, y las personas mayores lo practican y también se enamoran. Solo estábamos presentando una parte de nuestro mundo. Creo que esto es lo que debemos hacer en el cine. No hay ninguna buena razón para ignorar este tipo de historias. Solo porque los medios de comunicación masiva las ignoren no significa que sean un tabú. El tabú está en nuestra cabeza.
     Cuando filmamos Stopped on Track sucedió algo similar. Usualmente evitamos pensar en la muerte porque a pesar de ella debemos continuar con nuestras vidas. Y es más fácil olvidarnos de que somos seres mortales. Pero aunque no pensemos en ella, esto no significa que el tema no esté latente. Lo único que intento hacer es traerlo a colación y sugerir que debemos poner atención a ciertos temas que a veces ignoramos. Por eso es que pienso que la historia de Cloud 9 no es extraordinaria, es normal y simple, sin ningún detalle especial. Es solo una parte de nuestra realidad que solemos ignorar.

CC: Si algunas personas perciben esto como romper un tabú, nos interesaría saber cómo tus películas –como Cloud 9 y Stopped on Track –son recibidas por las compañías de producción, especialmente por los canales de televisión pública que suelen apoyar a los cineastas independientes en Alemania. ¿Nos podrías hablar un poco sobre la presente situación de los cineastas independientes, las compañías de producción de cine y las estaciones televisivas en tu país?

AD: Esto siempre ha sido un gran problema porque los fondos para las producciones independientes dependen, por un lado, del sistema de televisión pública alemán –que está comprometido a apoyar las producciones independientes –y, por otro, del apoyo de los estados federales del gobierno. Sobre estos dos pilares yace el sistema de subsidios. Basta decir que esto ayuda a muchas compañías de producción, pero es una red burocrática que es muy difícil de entender sobre todo para las personas más jóvenes que están comenzando a trabajar en la industria de cine. Por ejemplo, con frecuencia es más fácil conseguir financiamiento para una primera película que para una segunda. Hay una cierta actitud para ayudar a los nuevos directores, pero luego escasea el apoyo para otros proyectos de estos realizadores jóvenes. Por lo tanto, es una red complicada, aunque con todo y eso surgen de vez en cuando una gama de producciones radicales y no hay oposición a temas extremos de parte de los subsidios públicos. Esto se evidencia si miramos las tres producciones que ganaron los premios del cine alemán este año: Barbara de Christian Petzold, Combat Girls de David Wnendt’s –su proyecto de graduación en la escuela de cine de Babelsberg y una película con muy poco presupuesto sobre un grupo de jóvenes de derecha –y nuestra película Stopped on Track. No hubo ninguna producción “mainstream” premiada. Eso es algo peculiar porque los cines nacionales necesitan producciones “mainstream” también. Entonces, como puedes ver, no es una estructura común en la que la industria de cine suele basarse –principalmente una comercial, como en EE.UU. –donde la mayoría de las películas son financiadas con fondos privados y producidas en los estudios. Este tipo de industria debe retribuir la inversión y el éxito de las películas se mide en términos económicos solamente. Este no es el caso de Alemania.

CC: ¿Eso significa que para ti –con ciertas excepciones –funciona mejor el sistema alemán para los cineastas independientes?

AD: Hay definitivamente muchas oportunidades, pero decirte si es mejor no lo sé. Creo que la mejor fórmula sería una mezcla de ambos tipos de industria donde se fomente producir películas que son negocio con otras que tengan pocas posibilidades de generar ingresos. Creo que esta combinación funcionaría mejor. Y créeme, todavía no hemos conseguido el balance perfecto en Alemania. Además, creo que la solución no está en decir “vamos a cortar todos los subsidios de la industria del cine” de la noche a la mañana. Eso destruiría nuestros proyectos ya comenzados e incurriría en pérdidas lamentables.

CC: Mencionaste hace un momento la última película de Petzold, Barbara. ¿Cómo compararías tus producciones con las películas de la Nueva escuela de Berlín?

AD: Yo creo que la Nueva escuela de Berlín no existe y que más bien es una idea creada por algunos periodistas y los medios de comunicación. Como mencioné anteriormente, siempre quieren ponerle etiquetas a las cosas, en este caso a un grupo de directores. Existe la impresión de que hay un grupo de seis a diez personas que se sientan a desayunar juntos para discutir sus futuros proyectos. Hasta donde yo sé, todos trabajan por separado y no hay conexión entre sus distintas producciones. Es una idea de una etiqueta, de un tipo especial de películas, una nueva escuela, pero ellos no están sincronizados psicológicamente hablando. Sí comparten ciertos puntos de vista artísticos de la vida, pero para mí les falta el latido fuerte, la parte emocional de hacer cine. Para mí hacer cine es siempre una cuestión del corazón y siempre hay espacios para emociones fuertes. Si voy al cine, quiero reírme, quiero llorar, quiero ser partícipe del mundo de estos personajes y quiero olvidarme del mundo de afuera por una o dos horas. Claro está, eso no significa que debamos olvidarnos de la conexión con el mundo social. A veces pienso que el punto de vista artificioso nos aleja un poco de los personajes; parecen estar apartados del mundo, no forman parte de este. Yo prefiero un tipo de cine más emocional, una manera más tradicional de hacer cine. Me gusta acompañar a los personajes, estar más envuelto en la narración. Creo que a veces es algo frío controlarlo todo. Además, a veces quiero ser sorprendido por el cine porque la vida es así. Y en lo personal, no me considero parte de la escuela de Berlín.
    De todos modos, hay algunas películas de esta llamada escuela de Berlín que me gustan mucho. Por ejemplo, por muchos años he disfrutado del trabajo de Christian Petzold, quien ha hecho grandes películas. No importa si estas películas tienen una etiqueta o no. Lo que importa es que tenemos películas bien sólidas en las salas de cine. Creo que el cine arte alemán es más sólido que las producciones más “mainstream”, especialmente si uno toma en consideración las comedias tontas de hoy en día, con los mismo actores, el mismo proceso de filmación y que suelen ser bien exitosas. En mi opinión, este tipo de cine es predecible. Además, hay una gran diferencia entre la industria de cine alemán y la industria de cine en EE.UU. Todos los años vemos que en EE.UU. se producen buenas películas de cine arte que también son entretenidas e inteligentes. Eso es algo que extraño en Alemania: cine comercial inteligente. Eso es lo que necesitamos.

CC: Nos hemos enterado de tus presentaciones en América Latina y como tenemos un blog de cine en español, nos interesaría saber si algunos de tus viajes futuros serán para rodar una película en esta región. ¿Te ha venido esta idea a la mente?

AD: Para eso necesitaría una historia. Al principio, siempre necesito un argumento sólido. Filmo la mayoría de las veces en mi país porque es el lugar que mejor conozco. Hace algunos años me pidieron que hiciera una película en Polonia sobre el movimiento Solidarność en los años 80 y yo le pregunté al productor “¿por qué me preguntas a mí si hay muchos grandes directores polacos?” Ellos pueden hablar mejor sobre ese momento histórico y de manera más sustanciosa porque ellos conocen su historia mucho mejor que yo. Siempre es difícil cruzar la frontera pero cuando hay alguna razón ¿por qué no hacerlo? Regresaré a América Latina en el verano para una conferencia en Fortaleza, Brasil, y para algunas proyecciones de mi película en Ciudad de México. Quizás algún día conseguiré inspirarme en una historia para filmar en estos países. Eso sería interesante. Siempre comienzo con el argumento, no con el lugar ni con la idea estética. Al principio, algo tiene que llegarme, tocarme y conmoverme primero.

CC: ¿Como un ímpetu humano que avance la historia?

AD: Sí, exactamente.

CC: Para terminar nuestra entrevista, quisiéramos saber un poco sobre tus proyectos futuros.

AD: Pues acabo de terminar un documental recientemente. Se llama Herr Wichmann aus der dritten Reihe. El título en inglés es Henryk from the back row. Es sobre un político que se sienta en la parte de atrás del parlamento de Brandenburg. Lo seguí durante un año mientras trabajaba porque quería ver qué hace un político que se sienta en las filas de atrás. ¿Tiene la posibilidad de lograr cambios? Fue bien interesante hacer este documental y al final resultó ser una comedia sobre la vida diaria de un político. Se estrenará en Alemania en el mes de septiembre.
     Como proyecto futuro, no sé qué vendrá. Algunas veces surge un proyecto que tengo que completar inmediatamente y así lo hago. Pero mi próxima producción será algo más grande, una película infantil. He querido hacerla hace mucho tiempo porque en Alemania existe una división entre los directores que hacen películas para adultos y los que las hacen para niños. Aprecio mucho a los niños y veo en ellos a los futuros espectadores. Por eso quiero presentarles un cine bueno. En Alemania, muchas de las películas infantiles están mal hechas y son aburridas, con una manera tradicional de hacer cine que no me gusta. Esa es la razón por la cual durante muchos años he soñado con hacer diferentes películas para niños, algo con más imaginación y más corazón. Quizás el año que viene tenga la posibilidad de hacerlo. Pero antes habría que preparar el guión.
     Por ahora, necesito descansar porque llevo trabajando dos años corridos en un total de cuatro proyectos. Hice un documental, Stopped on Track, una producción grande de 5 horas para televisión con 20 documentales de diferentes directores, además de una ópera el otoño pasado. Por eso necesito un descanso para respirar, viajar y ver el mundo. En este caso, ir a Suramérica, a EEUU para hablar con otras personas y respirar aire fresco. En el verano viajaré de nuevo y creo que comenzaré con otro proyecto en otoño. Ahora, me dedico a ver a mis amigos que no he visto por un buen tiempo porque he estado trabajando. Para mí es importante hablar con gente que esté fuera de la industria. Las películas son importantes pero no son lo más importante del mundo. Hay cosas más importantes como los amigos, por ejemplo, y no quiero parecer una persona que solo habla de cine. Entonces, necesito aire fresco antes de volver al trabajo.  

CC: Andreas Dresen, gracias por concedernos esta entrevista.

miércoles, 13 de marzo de 2013

La ficción del documento



La cita era para las 8:00pm y el studio de Sofía Gallisá en Fort Green, Brooklyn, empezó a llenarse de amigos puertorriqueños. Eramos cerca de diez. Habíamos sido convocados por la cineasta y profesora, Lynne Sachs. Lynne quería saber nuestras historias de cama, grabarlas y estudiarlas. Sofía, su colaboradora, confiaba en nuestro poder narrativo y extrañezas, de ahí la invitación.

La discusión fue entretenida y alegre. Se habló de dormir rodeado de almohadas por todas partes, de intolerancia al ruido, de estar envuelto en sábanas como momias, de pelearse por el lado de la cama con la pareja, de idiosincracias de limpieza; loqueras y rituales de cada cual al momento de acostarse.

Una semana después me enteré que aquel encuentro había sido una audición y que tres de nosotros (Veraalba Santa, Pedro Leopoldo Sánchez y yo) habíamos sido seleccionados para participar en el proyecto de Lynne, Your Day is my Night. En mi caso como escritor.

Una vez me reuní con Lynne me informó que simultáneo a nosotros un grupo de chinos fueron igualmente entrevistados/audicionados para el filme que se empezaba a gestar: un documental híbrido acerca de las camas itinerantes en los apartamentos de Chinatown. Parte de mi tarea era ir con ella a realizar nuevas entrevistas con los seleccionados. Mi misión sería la de co-escribir unos monólogos basados en lo escuchado.

“My way of filmmaking is all about process – Tell me who you are and I’ll tell you what I’m trying to do and let’s work on something together. I was taken by a Chinatown activist to the Lin Sing Association on Mott Street, where he told me I could find willing performers. Most of Lin Sing’s members are retired, so they have time. I happened to come during a karaoke contest. The place was packed. I said I am auditioning – as a documentary filmmaker I usually say I’m interviewing – I am making a film about beds. I didn’t explain any more than that. About 40 people signed up to come to audition and 26 people showed up. Working with a Chinese translator, I interviewed every one of them but I only asked them about one thing. I said, “Do you have any interesting stories about beds in your life? Did you ever have to share a bed? Did you ever live in a really crowded apartment where there were many beds? I taped the interviews with these 26 people. It ended up that seven people actually had these stunning and haunting stories to tell me.“
-Lynne Sachs on Asian Cinevision
Cinema Spotlight: Your Day is My Night

Las historias de los siete chinos, cuatro hombres y tres mujeres, se distanciaban bastante de lo que había escuchado o contado con los puertorriqueños. En sus historias no había mucho espacio para celebrar la cotidianidad o las selecciones de comodidad. Todas estas historias remitian a pasados devastadores, separaciones familiares, traumas, violencia y eventos horribles que finalmente llevaban a experiencias de inmigración. La mayoría como hijos de comerciantes fueron sacudidos de mala manera por la revolución. Debieron abandonar el país. En una primera instancia el hacinamiento en Chinatown, New York, tenía la pinta de progreso.

“Interestingly, the disturbing stories that you hear in the film surprised Jenifer Lee, one of our translators. She’s from Taiwan originally and she said that she’d never heard about so many terrible things happening as early as the 1940s in China. Things like gangs breaking into someone’s house and beating up parents in front of their children. People were not really talking about this kind of violence in history very much. Still, most of our performers did bring their kids to the show. To me, this is important, because they were proud as performers and a lot of them wanted to reveal their tragic stories to their own families.” Ibid.


En esa primera etapa de atento escucha en pos de un texto se me presentaron varios retos. Primeramente andar a ciegas en el laberinto idiomático en el cual me había metido. Los entrevistados solo hablaban mandarín. Sus historias pasaban por el sedazo de una traductora. Sabía que algo siempre se me escapaba: un matiz, una entonación, un comentario de doble sentido, quién sabe. No había manera de identificar los aspectos emotivos del habla o de corroborar cuán fiel era la traductora.

De este escuchar sin referencia yo tomaba notas en inglés que luego condensaba y le daba algo de tono cinemático. Lynne escribía por su cuenta y luego yo editaba ambos textos en una versión casi final. El proceso se invertía y se les hacía una traducción en mandarín para que ellos se aprendieran o improvisaran, como terminó siendo el caso, a partir de sus monólogos. En todo ese recorrido de capas lingüísticas se quedaba la sensación de un algo incomunicado, lost in translation.

El siguiente reto consisitió en introducir a los personajes puertorriqueños de Veraalba y Pedro en el mundo de Chinatown. Lynne no estaba interesada en repetir el proceso de filtrar la realidad y contar una versión estudiantil y artística del inmigrante en NY. Su interés era el de crear una ficción acerca de unos boricuas de clase baja que terminan viviendo entre estos señores chinos. Los personajes servirían como catalizadores para las historias chinas. La película era tanto un propuesta documental como un invento de ficción. Había que nadar en ambas aguas.

Muchas preguntas surgieron: ¿Cómo manejar la yuxtaposición de ambos acercamientos? ¿Cómo serle fiel a la cruda historia china? ¿Cómo mantener una credibilidad con estos puertorriqueños de la ficción? ¿Deberíamos enfocarnos también en las dificultades de la emigración puertorriqueña? ¿Es este filme el foro indicado para ello?

El trabajo con Lynne propone retos muy interesantes pero rara vez conclusiones o métodos fáciles. Su acercamiento como cineasta da muestra de su visión poética del mundo. Una visión personal y de referencias eclécticas que toma tiempo descubrir, pero estimulante y sui generis sin duda. Su proceso fílmico señala a las prácticas de directores como Jean-Luc Godard o Terrence Malick quienes privilegian la improvisación actoral y visual y la intertextualidad. Fue en la misma filmación y posteriormente en la sala de edición donde se fueron tomando las decisiones de tono, construcción narrativa y de utilización de los textos. En la película se mezclan escenas actuadas con momentos puramente documentales como una boda china y un talent show en una centro comunal de Chinatown.

Los monólogos chinos los mantuvimos bastante fieles a los datos recibidos por los actores. Se agilizaron y sintetizaron en una prosa coloquial que podía encajar en cualquier situación. En un inicio escribimos ciertos rodeos literarios que demostraron no ser necesarios para comunicar sus historias. El poder de las anécdotas era suficiente. Mientras menos adornos mejor. Los personajes cuentan sus historias mientras cocinan, comen, tejen, tocan el piano, dan un masaje, ven una película en la laptop o simplemente estan tirados en sus catres. La cámara explora sus rostros y partes del cuerpo desde muy cerca y se sumerje en los distintos objetos del apartamento. La visual es tanto íntima como claustrofóbica. Esto fue tanto una decisión estética de los cinematográfos como una necesidad traída por las circunstancias espaciales. La narrativa visual en Your Day is My Night es tan importante como la palabra hablada y en muchos momentos incluso más evocadora.

“Because of the tight quarters, some parts of your body cannot move. What you can move more freely is your hands. In this circumstance the performer’s hands became two bodies. They are interesting and sculptural. So we tried to use the hands and the sheets as two kinds of landscapes. From the very beginning this was a visual plan we had. I always wanted the sheets to become like caverns, to have a feeling of adventure over the sheets. There was one shot of Mr. Huang’s pink sheet right after his first monologue. I wanted it to feel like the Grand Canyon, or the Steppes in Eurasia, something very far out there.” Ibid.


Los personajes puertorriqueños fueron más difíciles de componer y sostener en el filme. Como no estaban basados en datos reales se les inventó una vida. Lourdes, el personaje de Veraalba, trabajaba como empleada en un Ikea arreglando camas (showroom beds). Carlos, su hermano (Pedro) había muerto en un accidente de carro pero ella se lo imaginaba por todos lados cargando una planta de moriviví. Lourdes se va de Puerto Rico tratando de escapar de su propia angustia (la muerte de su hermano, una madre opresiva) pero algo de su motivación queda ambigua. Su proceso como inmigrante es históricamente menos trágico aunque advertimos que vive perdida tratando de encontrar un ancla. Lourdes, quien también es bailarina y escritora, se muda a Chinatown buscando conocer una cultura lejana a la suya. Sentirse despatriada es su manera de encontrar su esencia como persona.

Creo que con Lourdes alcanzamos construir una historia rica en matices, tipo novela de aprendizaje, pero desarrollarla, contar todos esos detalles, significaba alejarse del tema principal que motivaba a Lynne: las camas itinerantes; el Chinatown oculto y hacinado. Dejar que el personaje moviera la trama era hacer otra película teniendo a la comunidad de Chinatown como trasfondo secundario. Ese no era el balance que se buscaba entre ficción y documental. Aunque se filmaron muchas escenas acerca de Lourdes y Carlos, poco a poco Lynne y Sean Hanley, cinematógrafo, co-editor y productor, las fueron extirpando (la historia sobre Carlos fue eliminada por completo, por ejemplo) para mantener el foco del filme y una duración adecuada.

“Originally the film was a little bit more narrative. For example, we had this whole part where Mr. Huang disappears, because Lourdes originally tries to get him out of Chinatown after he claims that he never leaves. They walk across the Manhattan bridge and she says: “I have to go to work”. When she leaves to go to work, he’s never seen again. It didn’t work in the film. It turned it into a narrative film that had a forced story and people judged it on the acting.” Ibid.


A pesar de este proceso de eliminación, el personaje de Lourdes cumple una función importante: crear un puente entre el apartamento y el exterior, un afuera que va más allá de la comunidad de Chinatown y de la generación de los protagonistas chinos.

“One thing that I didn’t want to happen in this film was to portray either the shift-bed houses or Chinatown as isolated enclaves that didn’t exist anywhere else… I wanted to say that in 21st Century America, life is more porous. People have accidental interactions that affect them, and so I felt like bringing in not just another language, but also another person with a slightly different immigration experience, would add to that conversation. I also felt that for an audience, it broke the snowglobe feeling of “I’m looking in, but I cannot go in.” That would imply that Chinatown was a kind of hermetic space. So I thought that by having a new person in the apartment who’s a little bit wide-eyed, who wanted to learn from her older “roommates”, we could offer the audience the opportunity to become more involved.“ Ibid.

Durante año y medio mientras se editaba la película Lynne regresó con Sean varias veces para filmar tomas ambientales y a veces pequeñas escenas extras. En una de estas escenas se logró acceso a un apartamento repleto de camas itinerantes. La landlady y algunos inquilinos se dejaron filmar y hablan cómodamente con Huang, el cantante de bodas, uno de los personajes más curiosos del reparto. Esta escena es de las más impresionantes por la tristeza y resignación que esta manera de vivir trae a los implicados.

Ese juego entre escenas orquestradas y escenas documentales culminó con unas tomas en que se filmó a los protagonistas chinos en uno de los performance del “work in progress”. Estas tomas por tener iluminación teatral y movimientos del tai-chi tienen un aspecto surrealista siendo a la vez un registro híbrido entre ficción y documentación de las actividades del grupo.

“Far into our production, as I was documenting one of our live performances, I thought “This is really expressive and totally non-verbal, why aren’t we using it in the film?” Again, the idea, the process, revealed itself, whereas the more plot driven story was what I was forcing on them. It was artificial. So I took out all of that and allowed the film to become more improvisational and intuitive. This switched everything. We spent a year editing the other way and then just threw it all out when we realized how lucky we were to work with people so confident about their bodies, very willing to go on the stage and move freely. They had that ability and confidence.”
Ibid.


Mi presencia en la etapa de post-producción fue mínima y se limitó a verificar unos subtítulos para una escena en español. No fue hasta que el filme estreno el pasado 24 de febrero en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), en que finalmente vi entrelazado todos los niveles de escritura audiovisual. El filme tiene una cualidad atmósférica y voyeur que lo acerca más al género del documental aunque ciertamente es una propuesta híbrida y con una estética muy trabajada.

Me sorprendió como decantar la palabra hablada ayudó al ritmo de la película. Los monólogos pueden considerarse islas dentro del tema-archipiélago de las camas y la vida en Chinatown. Con las capas de traducción y la improvisación de algunos diálogos desapareció la autoría o los trucos de estilo. El personaje de Lourdes terminó encajando muy bien como ese ojo externo dentro de las circunstancias. Las escenas estrictamente visuales no dejan de crear un texto pero este se manifiesta desde unas instancias poéticas y emotivo-arquitectónicas. Sin carecer de narrativa, Your Day is My Night no alardea de grandes peripecias sino de una observación cuidada al cotidiano de los personajes. Nunca victimiza sino que reconoce y valida la presencia de los por lo general anonímos habitantes de este barrio nuyorkino.

Nota:
Lynne Sachs labora en el medio fílmico y en el del video. Otras facetas de su trabajo incluyen instalaciones y proyectos para la red. Su obra explora la relación intrincada que existe entre la observación personal y las experiencias históricas. Su estilo entrelaza poesía, collage, pintura, política y complejos diseños de sonido. Los filmes de Lynne se han presentado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Festival de cine de New York, el Festival de cine de Sundance y el Festival internacional de cine de Buenos Aires. Lynne enseña cine y video experimental en la Universidad de Nueva York y vive en Brooklyn.

Para más información visitar: www.lynnesachs.com

Para entrevista completa visitar:www.asiancinevision.org/cinema-spotlight-your-day-is-my-night/

miércoles, 6 de marzo de 2013

Debut de Cinecero en Televisión


Cinecero debutó en la televisión puertorriqueña el pasado lunes 25 de febrero. El camarada José Emilio "Chemi" González estuvo en el programa Juntos y Revueltos hablando sobre los Óscares. Pueden ver el video aquí: