miércoles, 21 de mayo de 2014

Gordon Willis





No se si pueda en estas palabras de homenaje hablar desde un punto de vista técnico. Ante todo creo que los grandes artistas, los grandes maestros se quedan y trascienden por su capacidad de emocionar, provocar y de manera indómita estimularnos. Eso precisamente llega a mi mente al escribir estas líneas que intentan honrar al maestro de la cinematografía, el "príncipe de la tinieblas “como le llamaban: Gordon Willis, el gran maestro de la luz y de la sombra que abandonó el plano terrenal este pasado 18 de mayo.

El hecho de que su filmografía fuera una relativamente corta para un director de fotografía- 34 títulos en 3 décadas de trabajo- y por otro lado sea considerada tan influyente dan fe de la trascendencia de su arte, de lo cabal de su concepción fotográfica y como la ponía en practica. Si lo pensamos bien el ser el director de fotografía de quizás la trilogía mas conocida y celebrada de la historia del cine- The Godfather- y estar detrás de quizás la mas icónica y representativa imagen de las casi 50 películas de su compueblano niuyorquino Woody Allen- Woody y Diane Keaton viendo despertar a la ciudad desde el puente de la calle 59 en Manhattan- son ya razones para que Gordon Willis entrara sin reparos a la inmortalidad cinéfila.

Su carrera en el cine empieza relativamente tarde. Después de servir en la segunda guerra mundial y empezar allí a relacionarse con el arte de la fotografía, logro convertirse en asistente de cámara y eventualmente empezó a trabajar como director de fotografía en documentales publicitarios. De esa experiencia Willis famosamente diría: "aprendí a quitar en vez de añadir, no mucha gente entiende eso" filosofía de trabajo que le ayudaría a desarrollar una estética minimalista y precisa en donde mas allá de artificios, siempre buscó la manera mas simple, adecuada y pura de decantar y transmitir una imagen.

Su periplo en el cine de corte narrativo comienza con el filme de 1970 End of the Road de Aram Avakian. Acto seguido imparte su muy particular visión y manera de retratar la ciudad de Nueva York en dos joyitas del cine estadounidense de comienzos de los 70: The Landlord (1970) de Hal Ashby y Klute (1971) de Alan J. Pakula, en la primera a través de su lente, Ashby fue capaz de contarnos a un Nueva York muy común, con una inmediatez casi documental y un contraste profundo entre la realidad de la clase trabajadora y la mas acomodada. Es en el filme de Pakula donde quizás  empieza a ser reconocido por su rico y vasto uso de la sombra y los contrastes oscuros, presentando a una ciudad hostil, oscura, peligrosa. El filme de Pakula fue fundamental para el comienzo de la "deglamorizacion" del muy idealizado rol de la prostituta en el cine de Hollywood y el trabajo de Willis fue una parte esencial de ese resultado. Tanto así que Pakula volvería a trabajar con Willis en el resto de su excelente trilogía de "paranoia urbana" completada con The Parallax View en 1974 y All The President's Men   en 1976, ambas obras maestras en donde Pakula y Willis lograron capturar la tensión de tiempos turbulentos. El tándem Pakula-Willis se extendería por tres películas mas: Comes a Horseman en 1978, Pressumed Innocent en 1990, y la ultima película de ambos: The Devil's Own en 1997


En 1972 Willis fue solicitado, algo sorpresivamente para rodar The Godfather, digo sorpresivamente ya que Willis arrastraba consigo la reputación de ser una persona "difícil" al igual que el director del filme Francis Ford Coppola. The Godfather era para aquel tiempo un proyecto arriesgado que fue puesto en las manos de Coppola con las esperanzas de que este entregara al estudio de Paramount una pequeña y efectiva película de gansters que dejara algo de ganancias al estudio, sin embargo en sus manos el filme fue mutándose hasta adquirir las dimensiones épicas por lo cual lo conocemos hoy en día y se ha convertido en clásico, En términos cinematográficos The Godfather  hizo escuela y sentó pautas en Hollywood. Nunca antes una película de estudio de tal magnitud- y en colores- había sido fotografiada de manera tan oscura, con su concepción fotográfica añadiendo matices dramáticos a la saga de los Corleones. Fue idea de Willis la de fotografiar a Marlon Brando en su gran mayoría en planos cenitales lo que permitía entonces jugar con su maquillaje en un efecto que lo hacía envejecer. La oscura sobriedad niuyorquina del entorno de los Corleone era contrastada entonces con la luminosidad de Sicilia, de donde provenían y a donde se va el joven Michael con la esperanza de alejarse del "negocio familiar" a donde como todos sabemos será arrastrado violentamente de nuevo.



Durante las 3 horas de metraje la fotografía de Willis de la mano de la puesta en escena de Coppola nos mantiene absortos de tal manera que no importa cuantas veces la hayamos visto siempre recordamos escenas especificas en donde el contrapunteo de luz y sombra de Gordon Willis deslumbra: el productor hollywoodense que despierta abrazado a la cabeza de su caballo de carrera favorito ; Michael Corleone colgando las sabanas sangrientas después de desvirgar a su esposa siciliana ; el ajuste de cuentas en plena calle del volátil Sonny Corleone con el esposo de su hermana Connie; el posterior y sangriento asesinato de Sonny; la súbita muerte de Don Corleone. Claro está, Gordon Willis acompañaría a Coppola durante toda las sagas filmando The Godfather 2 en 1974 y en 1990, The Godfather 3 que le valdría una nominación al oscar por los ribetes operáticos de su fotografía, incluyendo su memorable secuencia climática en el Teatro de la Opera en Palermo.


Mas allá de su colaboración con Coppola en las Godfather quizás la mas trascendental de las colaboraciones de Gordon Willis fue con Woody Allen. En el documental Woody Allen: A Documentary, Diane Keaton  y otros recuerdan el asombro y la incredulidad con que fue percibida la idea de que Gordon Willis fuera el director de fotografía de la nueva comedia de Woody Allen. El dramático y sombrío Gordon Willis parecía la mas bizarra elección para filmar una película del "payaso" Allen. Sin embargo Annie Hall (1977) marcaria un hito en la carrera de ambos. Tanto así que el realizador niuyorquino  siempre ha responsabilizado a Gordon Willis del desarrollo de su educación visual y dominio pleno del medio y efectivamente la madurez de Allen como guionista y narrador llega a la par con la madurez visual que la colaboración con Gordon Willis le permitió dar a su cine. En Annie Hall fue donde primero aparecieron muchos de los sellos visuales del cine de Allen sobre todo las tomas largas y secuencias prolongadas en donde los personajes entran y salen de cuadro, una concepción visual de Willis que se me antoja muy humanista y de búsqueda de verdad. Si al personaje se le puede escuchar, ¿ porque tenemos que necesariamente verlo? Por otro lado la grisácea naturalidad de las escenas en Nueva York que contrastan con las escenas sobreexpuestas de una Los Angeles luminosa y tóxica al extremo. Y Annie Hall sería solo el comienzo.


Interiors (1978) con su mutada, sobria y seca concepción del color que la acercaban a las naturalezas muertas y a una realidad fotográfica desolada e impaciente sirvió de puente exquisito para una etapa en la que el cine de Woody Allen estuvo dominado prácticamente por el uso de blanco y negro, algo que su colaboración con Gordon Willis le permitía desarrollar plenamente. Si Annie Hall fue un hito en sus carreras, entonces Manhattan (1979) fue alcanzar una cima. Tanto Willis como Allen siempre se han referido a Nueva York como una "ciudad en blanco y negro" y entonces decidieron darle a una historia de corte intimista, toda la grandilocuencia y majestuosidad de la pantalla ancha y el blanco y negro. Desde la sentida e inolvidable secuencia inicial en donde damos un paseo por la ciudad amada por el protagonista Isaac Davis (Allen) que fluye orgánica y visceralmente matizada por las notas de Gershwin, a la ya mencionada escena icónica de Allen y Diane Keaton frente al puente, al sutil y melancólico intercambio final entre Isaac y Tracy (Mariel Hemingway) su muy joven enamorada. Manhattan es quizás el poema visual mas hermoso y definitivo que se ha hecho sobre dicho pedazo de la ciudad de Nueva York. Que 35 años después se siga recordando con rabia que la película no fue ni siquiera nominada al oscar por mejor fotografía, bueno, da rienda suelta a esa interminable garata que tenemos los cinéfilos contra la academia de Hollywood y parece no acabarse.

De la evocación a Bergman y su cinematógrafo Sven Nykvist en Interiors, Allen y Willis en 1980 pasan a la evocación de otro inolvidable tándem cinematográfico el de Federico Felllini y su director de fotografía Gianni De Venanzo en la muy Fellinesca Stardust Memories una película que cuesta mucho creer que fue fotografiada por un estadounidense. A Midsummer Night's Sex Comedy (1982) representó un receso en el trabajo del dúo con el blanco y negro y aunque es por mucho la peor película de dicho periodo en que trabajaron juntos no hay que negar la cualidad encantadora y luminosa de un Gordon Willis que retrata al campo de la manera mas idílica y juguetona posible.


Zelig representó otro gran logro del tándem Allen-Willis por el cual si fue nominado el gran cinematógrafo para el oscar. Un falso documental acerca de un hombre que fue un fenómeno para finales de los anhos 20: Leonard Zelig, el "hombre camaleón" fue un verdadero reto para Gordon Willis al tener que copiar la iluminación que se utilizaba en los años 20 para filmar, localizar equipos antiguos y personal de laboratorio e iluminación que hubieran trabajado en fotografía para aquel entonces. La imagen de Allen como Zelig fue insertada a autentico pietaje de los anhos 20 en donde compartia con figuras como Babe Ruth, Chaplin y hasta Hitler. Un proceso revolucionario para comienzos de los años 80 que abriría camino para todas las innovaciones que le siguieran desde Forrest Gump al CGI. El proceso de producción fue uno arduo de casi 3 años-larguísimo en términos de Woody Allen quien ni siquiera ahí interrumpió su ritual de una película anual- y Willis llegó a comentar que "pensé en un momento dado que nunca la lograríamos terminar"

La colaboración prosiguió en 1984 con Broadway Danny Rose, también en blanco y negro y una de mis películas favoritas de Allen, que aun hoy inexplicablemente se mantiene perennemente desconocida. Con la obra maestra The Purple Rose of Cairo en 1985 donde Willis de manera sobria, luminosa y sentida evocó el periodo de la gran depresión de los 30 contrastado con la nostalgia por las "comedias de champagne" de dicha época terminó la colaboración Allen- Willis. El cineasta niuyorquino no por nada, después de lo que llamó su  "etapa de crecimiento" junto a Willis- de quién llegó a confesar que incluso le delegaba ciertos aspectos y decisiones importantes en las filmaciones, algo que va notoriamente en contra de su reputación como un cineasta con control absoluto- pasó a trabajar con dos maestros cinematógrafos que admiraba: Carlo Di Palma, director de fotografía de Michelangelo Antonioni y el ya mencionado Sven Nykvist.
Gordon Willis continuó trabajando activamente hasta el 1997 donde decide retirarse por problemas de la vista e "impaciencia" como llegó a comentar el propio meticuloso artista. En la pasada década dictó varias conferencias y clases magistrales acerca del arte de la dirección de fotografía. La academia de Hollywood, en  uno de sus acostumbrados actos de mea culpa le otorgó un oscar honorario por sus contribuciones al arte de la fotografía en cine en los oscares del 2009. Hoy le damos gracias por sus imágenes, hoy nos recordamos mas que nunca de ese amanecer niuyorquino en blanco y negro frente al puente de la Calle 59.








No hay comentarios: